Los ingleses anunciaron que realizarían la mejor de todas la Olimpíadas en 1908. Lo consiguieron en parte, pues los juegos estuvieron repletos de reclamaciones. La promesa del éxito del evento se basaba en el hecho de que los ingleses se consideraban los inventores del deporte moderno.
En esta Olimpíada hubo hechos relacionados con cuestiones políticas en las competiciones. Finlandia por ejemplo, que vivía bajo el dominio ruso, fue obligada por el gobierno de Moscú a desfilar con la bandera del czar. Al final, la delegación de Finlandia no desfiló con bandera, un hecho inédito en aquel momento.

Las controversias sobre las reglas de cada modalidad del atletismo causaron largas discusiones. Los británicos insistían que fueran cumplidas sus normas. Con esta imposición, hubo mejores resultados. Pero la prepotencia por parte de los jueces británicos era notable.
Mientras algunos competían con seriedad, otros se olvidaron del espíritu olímpico. Gran parte de los ciclistas ignoraban el punto de partida. La mayoría salía disparada atrás de la victoria, y un pequeño grupo prefería hacer malabares para recibir aplausos del público.
