
El atleta vencedor del maratón, Fred Lorz, se montó en un carro para concluir la carrera. Fue eliminado cuando los jueces descubrieron el fraude.
De esta vez el dinero no fue el inconveniente. Los norteamericanos no convencieron a los europeos de que valdria la pena cruzar el Atlántico para participar de la competición. Apenas siete países del viejo mundo enviaron atletas. Ni el mismo Pierre de Coubertin, que prestigió tanto la tradición del evento, no asistió a las Olimpíadas.

En al ceremonia de apertura, uno de los atletas que llamó más la atención fue el cartero cubano Félix Carvajal. Félix desfilaba con ropa rasgada, causando risa al público que asistía. Aunque no fue parte de la delegación cubana, Félix consiguió conquistar el 4to. lugar en el maratón. Como él solamente tenia la ropa que llevaba en el cuerpo, corría de pantalones en el maratón. Sin embargo, el norteamericano Martin Sheridan, campeón de disco, consiguió una tijera y cortó los pantalones de Félix. Finalmente, los atletas sensibles a la situación del cubano, pagaron su pasaje de regreso a Cuba. Aún así le dieron el título de "el más glorioso perdedor".
Los norteamericanos repitieron el error de los franceses al coincidir la fecha de la Olimpíada con la fecha de la Feria Internacional. En consecuencia, pocas personas se interesaron por las competiciones. El público prefería circular por la Feria.