En estas Olimpiadas había un ambiente de miedo de que se repitiera un atentado como la vez anterior en Munich. La otra preocupación eran los atrasos de las obras de la Villa Olímpica y sus gastos excesivos. El gasto para la construcción de los cuatro edificios de la Villa Olímpica fue de US$ 55 millones. Por primera vez hombres y mujeres se quedaron en la misma villa. Pero una huelga de ocho semanas causó un enorme atraso en la construcción. Se llegó a discutir la posibilidad de transferir la competición para Dusseldorf en Alemania.
Para driblar la falta de dinero, las autoridades de la ciudad de Montreal firmaron contratos para la transmisión de las competiciones por televisión y se creo una lotería olímpica. También vendieron el uso de la mascota Amik (significa castor en el idioma hablado por la mayoría de los indios canadienses). Con estas medidas las autoridades querían demostrar que una Olimpíada podría ser autofinanciada.
En la fiesta de apertura la Reina Elizabeth de Inglaterra inauguró la ceremonia desagradando los canadienses de ascendencia francesa. Tres horas antes de comenzar, no se sabia el número exacto de participantes pues los países africanos desistieron de participar. Ellos se retiraron en protesta a la presencia de Nueva Zelanda que mantenía relaciones con la racista Sudáfrica. La delegación de Israel desfiló con una cinta negra en memoria de los atletas asesinados en Munich. El cierre ocurrió en el mismo local. El primer espectáculo del programa fue la presentación de 500 mujeres vestidas de blanco que formaron los cinco círculos olímpicos.
En seguida, 75 indios de diversas tribus de Canadá entraron marchando en el Estadio Olímpico anunciando la llegada de los atletas. Lord Killanin, presidente del Comité Olímpico Internacional, fue recibido por tres parejas de atletas griegos, canadienses y soviéticos. Ellos representaban las primeras, la de Montreal y la próximas Olimpíadas.